Por Anaiz Quevedo. No es mi costumbre hablar de re-sentimiento (dolido, muy sentido). Y además igual se preguntarán que rayos tiene que ver este tema con la Responsabilidad Social.
Lamento decirles que bastante, por lo menos en Latinoamérica y decididamente en Venezuela es elemento clave para entender la compleja dinámica emocional que se está viviendo a lo interno de las empresas en un país donde una utopía no combina con la realidad que tiene tensos a sus habitantes. Así aprendí a verlo recientemente bajo la magistral exposición de la socióloga Mireya Vargas sobre el Nuevo Contrato Social naciente en Venezuela y que pasa por entender que hay en la mente y en el corazón de las personas trabajadoras.
Una utopía denominada Socialismo del Siglo XXI vende una esperanza a un porcentaje elevado del colectivo ansioso por mejorar su calidad de vida. Es complicado que una buena parte del discurso emocional de esta propuesta se base en repartir culpas a terceras partes que son en realidad inherentes a una mala gestión gubernamental pero ese, es otro tema. Nos ocupa el tema de repartir culpas y eliminar modelos y productos desde el odio y la imposición y querer penetrar el ámbito empresarial con ello.
Vargas compartió con altos líderes de recursos humanos, de sindicatos, RSC, Comunicaciones, Presidentes de Empresas, los resultados de sus estudios hechos a una muestra de más de 5000 personas trabajadoras venezolanas. Sorprendieron varios datos que permiten entender la realidad de la familia, saturada por un entorno muy diferente al de hace 15 años. Podría comentarles datos sobre los roles de hombre y mujer con respecto a la empresa y la familia, (la mujer entró a la empresa y el hombre a los roles del hogar) las prioridades de la población venezolana, centradas en sus hijos e hijas y la educación, la preocupación por la seguridad (el índice de muertes violentas es alarmante).
Pero el tema que me hizo compartir este posteo es el de las emociones: la envidia y el resentimiento, presentes en el vocabulario de los trabajadores y trabajadoras, quizás no la mayoría pero si una parte considerable.
“Yo no tengo pero estaré mejor si el resto pierde lo que tiene”, “si yo no tengo porque el resto sí” son frases dolorosas y preocupantes.
Para alguien con responsabilidad en RSE, Asuntos Públicos, Recursos Humanos, o del área encargada del tema social en una empresa este tipo de pensamiento es un desafío. Aunado a un marco regulatorio cada vez más asfixiante, lidiar con emociones negativas es toda una maestría.
Irnos a las causas no ayuda mucho. Podemos imaginarnos varias, una promoción del odio desde instancias gubernamentales u opositoras, errores del pasado de todos los sectores, distanciamiento del sector empresarial de la realidad del personal empleado; brechas muy profundas entre quien tiene menos recursos y quien tiene más , el desconocimiento por parte del personal sobre los beneficios que genera la empresa privada ya sea porque la empresa no las ha sabido comunicar , una ineficiente gestión actual que no garantiza que lo público sea de calidad y que literalmente tiene en frustación a quien trabaja.
El panorama es complejo y no parece existir a simple vista la fórmula mágica. Sin embargo el tema del rescate de valores se hace cada vez más urgente así como la revisión de las expectativas del personal, de la empresa y la comunidad.
¿Cómo analizar un Nuevo Contrato Social si no sabemos cómo cambiaron las cosas para nuestros grupos de interés?
Otro aspecto importante de toda esta discusión es el de la credibilidad, la confianza y por sobre todas las cosas el de la autenticidad. De nada sirve que el empresariado conozca el perfil de sus personas colaboradoras sin conectarse sinceramente con ellas y si no se promueve una conexión genuina del personal hacia la empresa y sus valores. La corresponsabilidad es vital como apunta Vargas en su perspectiva de un Contrato Social Interno para Venezuela desde la mirada de un Compromiso emocional, la sustentabilidad y el bienestar. “La tiranía de quien pide”, “la razón es de un solo lado” tampoco es el eje más sano, en toda relación hay dos y hay que armonizar intereses como también agrega el experto venezolano Italo Pizzolante.
La humildad para Re-ConoceRSE, para AcercaRSE, ConectaRse, y BalanceaRSE es el punto de partida. Pero hay que tener cuidado porque en Venezuela no se puede tener ingenuidad y hay que combinar Amor por lo que cada quien hace, con astucia, creatividad, asertividad, conocimiento de la realidad y mucha fortaleza.
Hay estrategias para acercarse a quien trabaja, muchas. Pero sin duda es esencial que dichas acciones se basen en la ética, la solidaridad, la honestidad y el Amor. La población venezolana está pidiendo un acercamiento emocional con sus líderes empresariales, no lo quiere de mentirita, lo quiere de verdad. Quiere que la llamen por su nombre, que la miren como personas y no como una parte simple del todo. Paradójicamente a pesar de las emociones encontradas que pueden surgir en ella, cree que el trabajo la sacará de la pobreza y en la acción conjunta de empresa, estado y sociedad civil para resolver los problemas sociales. “Tiene profundo apego a sus valores democráticos” tal como apuntan los estudios del analista venezolano Oscar Schemel quien afirma que definitivamente las estrategias en RSC deben evolucionar en el país.
Existe el potencial para transformar las cosas, y ello requiere de intelecto y corazón, de ciencias blandas y ciencias duras, de Amor y RSC, de voluntad para el cambio, de corresponsabilidad social, de Humildad para ver lo que podemos mejorar y reconstruir, para entender a un país que ya no es el mismo.
* Fotos: Ernesto García
Amor vs. resentimiento
Enviado por
Anaiz Quevedo
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viernes, 14 de mayo de 2010
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