Por F. Xavier Agulló. "Esto no es más que la indicación de los dioses de que vayamos a vengar las afrentas que nos están haciendo Pompeyo y el Senado. Los dioses quieren que nos dirijamos a Roma y venzamos al enemigo. ¡Vayamos, pues! La suerte está echada." Con ello Julio César pronunció su famosa frase alea iacta est.
Quienes creemos en la RSC como motor de transformación social hemos aguantado estoicamente el envite de quienes afirmaban, desde un extremo u otro, que la RSC era una moda, que pasaría con el tiempo, que era un simple maquillaje de la irresponsabilidad o que era botar el dinero del accionariado.
Todo lo contrario, quienes aventuraban la 'crisis de la RSC' se han encontrado con que la falta de ésta ha provocado ahora sí una crisis. La falta de responsabilidad social, de ética individual, ha sido la causante de la crisis actual, provocada por la especulación a la que llevó la codicia humana, de querer más y más y más, sin importar cuan real era lo que se quería.
Nos recuerda Cris Pérez Vázquez en su blog que cuentan que llegó un extranjero occidental hasta un pequeño puesto que una indígena tenía al lado de la carretera, donde vendía pequeñas artesanías apenas expuestas en una manta. El hombre le preguntó por el precio de algunos objetos. Viendo lo económicos que le resultaban se ofreció a comprarle toda la mercancía, a lo que la indígena le respondió: "Y mañana, ¿qué vendo yo, señor?"
El crecer por el crecer, el tener más por tener más, el acumular por acumular, la codicia humana en definitiva, nos ha llevado a esta crisis, que más que económica es de valores. Acaso tampoco sea la cuestión el decrecimiento, no lo sé, pero lo que es seguro es que tampoco vale el crecimiento sin valores.
Si crecemos como sociedad, como Humanidad, debe ser acompañando el crecimiento de algo sólido, de valores, de compartir el crecimiento y la riqueza, no sólo de acumular de forma individual a costa del resto. Crecer es un proceso, no un fin en si mismo. Crecer es crecer en valores colectivos, compartidos con el del resto de la Humanidad.
Las organizaciones deben crecer como crecen las personas, pero cuando ese crecimiento se produce sin madurez, nos lleva a donde hemos llegado: a la acumulación infantil de querer por querer: "esto es mío, mío, ¡mío!"
No se vale pues ya hablar de moda en referencia a la RSC, la falta de ésta ha sido un cataclismo. La RSC es y será la herramienta de transformación social que requiere el mundo en la actualidad, pero no sólo de las empresas, sino de todas las organizaciones y personas que formamos esta sociedad.
Tiempo al tiempo lo veremos. Alea iacta est.
RSC: Alea iacta est
Enviado por
F. Xavier Agulló
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viernes, 1 de mayo de 2009
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