Por Daniela Toro. Hace unos días me pasó algo que de no haber sido la protagonista me hubiese costado creerlo.
Estando en casa toca la puerta un chico de UNICEF intentado captar colaboradores para una campaña de Navidad de esa organización. Me pregunta si sé qué es UNICEF, amablemente le respondo que sí. Me pregunta sí sé lo que está sucediendo en el Cuerno de África, le respondo amablemente que sí. Me pregunta si quiero colaborar en una campaña navideña que recoge un donativo único para enviar comida a Somalia y atender los casos más graves de hambruna en infancia. Accedo.
Comienzo a dictarle mis datos para que cumplimente el impreso que formalizará mi donativo. Cuando llega el turno de decirle mi DNI (documento nacional de identidad) le dicto el mío que por ser extranjera comienza con X … En ese momento su mano se paraliza, suelta una risa nerviosa y me pregunta: “¿pero cómo, no eres española?” a lo cual le contesto que no. “Pero, ¿nadie en la casa tiene nacionalidad española?” Le digo que sí, que mis hijos, pero que son menores. Con la mejor de sus sonrisas me dice que lo siente muchísimo pero que el impreso no le permite colocar documentos de identidad extranjeros. Me quedo boquiabierta, le digo que es lo más absurdo que he escuchado en mi vida y se disculpa diciendo que ya le ha pasado antes y que cuando ha entregado en las oficinas de UNICEF formularios con documentos de identidad extranjeros se los han rechazado. Intentando mantener la calma (él es sólo el mensajero) le pido que por favor explique en las oficinas de UNICEF que esa medida es absolutamente discriminatoria y que limitar el aporte económico sólo a nacionales es limitarse la recaudación de dinero que al final tiene como único objetivo beneficiar a quiénes más lo necesitan. El chico en cuestión se despidió le mejor que pudo, se disculpó conmigo tantas veces como le fue posible y me instó a hacer la donación on-line pues allí sí que no importaba el tipo de documento.
Más allá de la anécdota me surgen unas cuantas preguntas, la primera, que hay detrás de todo esto? Parece más un tema de mal diseño de los sistemas de recolección de datos que discriminatorio o eso quiero pensar yo. Se me hace impensable que una ONG de las características de UNICEF discrimine las aportaciones de personas extranjeras siendo España un país con tantísima inmigración. La segunda, si esta hipótesis que planteo es cierta, ¿cómo puede una entidad de cooperación al desarrollo en plena crisis alimentaria darse el lujo de cometer semejante error? No sólo no logró captar el dinero que yo y los otros tantos extranjeros podríamos haberle dado sino que además quienes sufrimos esta discriminación seguramente lo hemos comentado con otros por diversas vías.
Si éste posteo llegase a alguna persona que trabaje en esa institución le insto a que por favor revise sus sistema de recolección de datos y corrijan este fallo. Si, es cierto, me sentí discriminada y fue desagradable pero ese no es el punto, este post no es sobre mi ego herido, ni siquiera es sobre como UNICEF no puede darse el lujo de poner en riesgo su reputación. El punto es que un error como este desanima a la gente a donar y al final la única afectada es la infancia que imperiosamente necesita ser atendida.
El día que UNICEF me discriminó por ser inmigrante
Enviado por
Daniela Toro
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sábado, 26 de noviembre de 2011
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4 Comentarios:
No se entiende la posición de la UNICEF. Me atrevo a pensar que estas cosas solamente suceden en el capítula España. Hay que buscar la forma de hacerles saber que hay cosas que desaniman a las personas que quieren colaborar.
Además, actuando de esa forma, se alejan de su razón de ser, de su misión como organización.
Hace unos días me envió un email la community manager de Unicef disculpándose por lo ocurrido y avisándome que miraran lo que pasó para corregirlo. Es sin duda un buen ejemplo de gestión de crisis.
Personalmente, más allá de que se disculpe la community manager (es su función cuando entran en juego medios sociales), lo grave de UNICEF y otras agencias de Naciones Unidas, es la imagen que dan sus directivos en países en los que trabajan,
Personalmente, ver a directivos de UNICEF de compras en Cartagena de Indias (ciudad más cara de Colombia en su casco viejo), y dónde abunda la prostitución infantil, es para llorar,
Eso no lo arregla el community manager, lamentablemente tampoco lo saben las personas que recaudan fondos por contratos low cost,
esperemos que actuen también (sobre ACNUR o PNUD, sin comentarios)
A mi me pasó lo mismo. Y lo más divertido fue que el captador de socios era un chico de Ucrania.
Acabi de publicarlo en mi blog. Utilizé el mismo nombre para mi entrada, ya que me parece fenomenal.
http://mundodemairita.blogspot.com.es/2013/02/el-dia-que-unicef-me-discrimino-por-ser.html
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