Por Daniela Toro Carnevali. Llama la atención el desarrollo que ha tenido la responsabilidad social en los últimos años. No hace mucho las organizaciones que querían sumarse a este enfoque empresarial invertían buena parte de su tiempo intentando llegar a soluciones creativas con los recursos que tenían. No estaba muy claro ni qué abarcaba la RSE ni por dónde comenzar así que cada quien iba haciendo lo que mejor podía para luego reunirse cada tanto y compartir buenas prácticas. Eran tiempos en los que el benchmarking estaba a la orden del día. Cada cual estaba aprendiendo y sobre todo aprendía sobre la marcha. Era sin duda un momento de learning by doing.
Fue en ese momento cuando las grandes y no tan grandes consultoras y centros de investigación vieron un nicho de mercado, una oportunidad o, en palabras Chan Kim y Mauborgne, una estrategia de océano azul. Para quienes empezaron desde luego fue un océano azul y fue así como alrededor del mundo fueron surgiendo diferentes iniciativas tales como la primera guía del GRI, el modelo de Balance Social de la OIT, los principios del Interfaith Center on Corporate Responsibility (ICCR), el check list de ETHOS, por nombrar sólo algunos modelos diseñados para medir el triple desempeño social, medio ambiental y económico de las empresas. También surgieron los primeros Think Tanks como Sustainability y Accountability en Inglaterra y el Boston Consulting Group en EE.UU. a quienes le siguieron una larga lista de iniciativas regionales y nacionales.
Fueron desde luego años de investigación, de búsqueda, de copiar pero por sobre todo de crear. Años de mucho aprendizaje y de mucha producción. El tiempo fue pasando, algunas propuestas tuvieron más éxito que otras (y seguramente más dinero, lobby y financiación) y poco a poco se fue perfilando el panorama actual. Lo que llama la atención especialmente de toda esta evolución es que un área que solía considerarse soft por quienes la veían desde fuera se haya “sobretecnificado” quizás precisamente en un esfuerzo por hablar el mismo lenguaje que la empresa y así asegurar su supervivencia. Lo cual he de decir fue una jugada inteligente, sin embargo, creo que este esfuerzo por tecnificar la RSE ha acabado en buena parte con ese espíritu innovador de años anteriores.
Quizás sea una romántica pero para mí Responsabilidad social sigue estando relacionada con buscar sinergias y vías creativas para que la actividad de una organización cualquiera genere impacto positivos tanto en los grupos impactados como en la misma organización. Sin embargo, me parece que en algún momento perdimos el rumbo y hoy día invertimos más tiempo en seguir estas guías, muchas veces bastantes rígidas, que en crear valor y soluciones creativas. Pasamos más tiempo midiendo lo que hacemos que haciendo y a este ritmo de exigencia ya no tendremos tiempo de hacer mucho.
Encapsular la RSE es cortarle las alas, es quitarle la pasión y convertirla en burocracia. La verdadera Responsabilidad social es la que se hace sentándose con una comunidad y escuchándola con interés y conciencia, o con clientes para dar respuesta a sus necesidades, o con entidades medio ambientales para buscar la manera de impactar lo menos posible o con proveedores para llevar los principios de un proceder ético y responsable a toda la cadena de valor. Es ante todo, la que se hace sumando intereses, conocimientos, habilidades y no la que se hace bajo la luz artificial de un cargo técnico que rellena formularios.
Creo que organizarse y medir es necesario pero no perdamos la esencia de la responsabilidad social, la que la hizo nacer y sobre todo no perdamos esa sensación de júbilo cuando escuchamos hablar por primera vez de un proyecto maravillosamente orquestado en el que todas las partes salen ganando y el valor generado supera con creces la suma de las partes. No perdamos el deseo de crear algo mejor a lo que ya existe, de atacar con creatividad los problemas sociales y generar soluciones que nos dejen en la boca el dulce sabor de lo bien hecho.
¿Se ha perdido la esencia de la Responsabilidad social?
Enviado por
Daniela Toro
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lunes, 26 de septiembre de 2011
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2 Comentarios:
La medición y la comunicación de las RE está desvirtuando el concepto, de hecho ya lo ha hecho. La RE es acción y movilización, más que medición y comunicación. La medición de la RE es altamente díficil, para mi imposible, pero como hay gente que cree que se puede moderaré mi opinión. Pero lo que seguro no puede ser es la finalidad de la RE. Y eso es lo que es en la actualidad.
En 2007 estuvimos un año entero en la Fundacíón empresa y sociedad, conjuntamente con Boston consulting y un grupo de empresas españolas lideres en RE, intentando homogeneizar indicadores. Señores, señoras, NO SE PUEDE.
Gracias Adelio ;) Medir tienen el fin de tangibilizar esfuerzos que requieren tiempo y recursos y ya sabes que la empresa se mira esto con lupa. Sin embargo, creo que los buenos proyectos de RE casi no necesitan medirse pues generan el valor suficiente para estar más que justificados. Me gusta tu frase RE es acción y movilización. Yo también lo creo y creo que deberíamos volver la mirada hacia esto que es para mí la esencia de la RE e invertir más en esto que en medir y comunicar resultados.
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