Por Gustavo Manrique Salas. Construir una imagen ambientalmente hueca es una visión cortoplacista que generará mayores presiones sociales, mala prensa, pérdida de mercado y de valor de marca consecuentemente.
El Greenwashing puede entenderse como el acto de inducir a error a quienes consumen y grupos de interés en relación con las prácticas ambientales de una empresa o los beneficios ambientales de un producto o servicio.
Este fenómeno forma parte de la miopía de muchos liderazgos corporativos, de gobierno e incluso de ONG que buscan construir una fachada verde para ocultar sus propios vicios e intereses.
El proceso para llegar a una estrategia sostenible ha pasado por varias etapas en las últimas décadas. En el mundo corporativo hubo inicialmente una desconexión y posteriormente la asignación del problema a otras partes.
Algunas mentes creativas entendieron que en el tema medioambiental había una oportunidad para mejorar la imagen corporativa y de sus productos y comienzan a hacer greenwashing como una forma de capitalizar el sentimiento social.
El creciente escrutinio público sobre las empresas les ha exigido pensar mejor sus estrategias y tomarse un poco más en serio su rol frente a los temas ambientales, sumado a las crecientes y divergentes regulaciones que han generado un escenario complejo.
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