Por Rosa Alonso. Resulta que ayer, viendo Die Welle, entendí desde otro punto de vista qué es lo que está pasando en el mundo (ni activismos tweet, ni movimientos Zeitgeist, ni invasiones alienígenas, ni hiper-control masónico, ni Clubs de Roma, ni de Bilderberg, ni…).
Y, como no, lo trasladé a la gestión ética y la Responsabilidad Social (deformación profesional). Yo misma me aventuraba a pronosticar hace no más de 24 horas que la RS estaba llegando a cotas inesperadas de exceso de tecnicismos, o la coexistencia de demasiados procedimientos internacionales, pero nula integración de conceptos en sus códigos genéticos… y que iba a perder de vista su verdadero objetivo. Y me entristecía.
Pues nada. Vista la peli, todo resultó ser mucho más sencillo. Simple. Verás, resulta que vivimos en inmersión en un entorno que si alguien lleva camisa blanca, tú también la tienes que llevar (insisto, Die Welle es todo un ejemplo). Resulta que si no la llevas, no eres miembro del grupo. Y, por tanto, pierdes todo el respeto social. Ya puedes hacer maravillas, que si no la llevas, no tendrás respeto y –por lo tanto- reputación como miembro.
El Respeto.
Término existente que ha perdido su significado asumiendo otras connotaciones. Algo así como la palabra libertad, justicia o vida (que se convierten en eufemismos de “poder”, “venganza” o “control”).
El Respeto es lo que se busca para alimentar el “ego” con palmaditas en la espalda al más puro estilo paternalista mientras se comen palomitas. Lo que no tienen tan claro es que ese alimento puede causar el efecto “soufflé” si no viene dado de forma humilde.
El Respeto contempla, también, que quien tenga que respetarte tenga capacidad para ello. Que sepa entender, valorar, tolerar o desarrollar un ejercicio de humildad para reconocer que está ante algo que merece su atención y su reconocimiento.
Ese ejercicio conlleva que quien tiene que respetar debe olvidarse de su propio “ego” y cuando se disfruta de respeto, se debe acoger con humildad y evitar que se alimente el propio “ego”. En cuanto aparece el “ego” el verdadero origen del respeto salta por la ventana.
Ese es el verdadero ejercicio. Eliminar el “ego”. Reconocer errores. Tener la voluntad de solucionarlos de una forma transparente y honesta.
Y cuando hablo de “ego” me refiero a todo el sistema.
Un sistema alimentado por organizaciones de todo tipo.
Unas organizaciones formadas por grupos de personas.
Unas personas criadas por otras personas.
Habrá que empezar por ahí. Empecemos por la base.
Curemos el “ego” de las personas para poder facilitar el cambio.
Esa es nuestra verdadera Responsabilidad Social. La Individual.
Solo así, podremos construir un nuevo sistema.
Curemos el "ego"
Enviado por
ROSA ALONSO I MARTÍNEZ
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martes, 5 de abril de 2011
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2 Comentarios:
Ánimo Rosa! que vuestro trabajo es el que anima a sacar a la luz muchos esfuerzos individuales que se suman día a día.
Un saludo, Andrea
Ummm Rosita, imaginate que nos lanzan al agua y no sabemos nadar, desde una dimension mas profunda de consciencia el ego es como un salvavidas; nos ayuda a mantenernos a flote. la evolucion hace que en algún momento abandonemos el salvavidas e intentemos nadar sin él, pero a menudo se presentan dificultades; imprevistos, vientos nunca antes experimentados y tomamos nuevamente el salvavidas, con los juicios y experiencias que formaron nuestras creencias. El ego no se cura, quizás se controla, se mantiene a raya, pero requiere de atención consciente, que es una energía de elevado poder. El nivel de consciencia que adquiera una organización depende de su gente; de su grado de atención consciente, de su coherencia entre lo que sienten, piensan, dicen, hacen, dejan de hacer... Gracias por este post que me hizo reflexionar
"Existimos a un nivel superior con una potencia de energia mental y de consciencia que depende de nuestro nivel de atención y acción" via Enrique Barrios y Deborah Dos Santos
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