Por F. Xavier Agulló. Hemos asistido recientemente a algunos hechos esperpénticos relacionados con el respecto o, mejor dicho, la falta de respeto a las minorías lingüísticas y culturales: la campaña iberoamericana contra Carod-Rovira por el apoyo a las lenguas indígenas de Ecuador y la retrocesión de las políticas de apoyo en España al galaico-portugués y el euskera, la lengua más antigua e intrigante de Europa.
Llevamos años donde la lucha por la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres, que se basa en la evidente realidad de la desigualdad, se ha traducido en políticas de acción positiva, o de discriminación positiva como antes se llamaron, y que todavía hoy siguen siendo mal vistas.
Sucede lo mismo con el tratamiento que se da en ciertos medios mayoritarios a la promoción de la igualdad de oportunidades de lenguas minoritarias en un mundo global dominado por lenguas como el inglés, el francés, el portugués o el castellano.
Una de las mejores campañas de cooperación internacional llevadas a cabo por una agencia pública, que no sólo persigue la educación sino también la salvaguarda de lenguas minoritarias, ha sido objetivo del imperialismo que todavía existe alrededor de la lengua castellana (que recordemos jamás debería llamarse española pues existen otras lenguas en este país, otra falta evidente de respeto). Es curioso como siempre las campañas de desprestigio se basan en mentiras: Carod-Rovira no regaló un millón de euros a las comunidades indígenas de Ecuador, sino que fue la Agencia Catalana de Cooperación al Desarrollo (ACCD), o sea, la AECID catalana, y por lo tanto salió del presupuesto para cooperación internacional. Lógicamente por la importancia del proyecto tuvo que haber un político de visible, y el responsable último era Carod-Rovira.
Los cambios de gobierno en Galiza y Euskadi también han tenido sus lenguas propias como víctimas propiciatorias. Para 'mostrar' el cambio de color del gobierno han tenido que aparecer individualides políticas para echar atrás políticas de acción positiva que se habían llevado a cabo los últimos años. Y es que en vez de verlo como un patrimonio que debe ser protegido y objeto de decididas acciones positivas, se ve como agresión. Parece que la lengua que dio origen al portugués y de la que actualmente es un dialecto o forma con él una unidad lingüística, el galego, o la que es la lengua más antigua e intrigante de Europa, cuyo origen aún es desconocido, el euskera, parecen no verse como patrimonio.
Tampoco parecen verse como patrimonio el quichua, el shuar o el tsáfiqui, objeto de apoyo de la ACCD a la vez que se educa.
Y es que hay quién aduce que esas políticas de acción positiva hacia las lenguas minoritarias va en detrimento de la mayoritaria, en este caso la castellana o mal llamada española. Llega esa gente a afirmar que el castellano está en 'peligro'... permítanme una licencia poco formal: ja ja ja.
Poco cerebro hay que tener para afirmar tal barbaridad. Es como decir que la promoción de la igualdad de las mujeres va en detrimento de los hombres.
La acción positiva debe favorecer la igualdad de oportunidades entre las mujeres como la de las lenguas minoritarias, y si esto último pasa por convertir las lenguas minoritarias en vehiculares en las zonas de influencia, desde una óptica global, de patrimonio y de derecho, pues bienvenido sea.
El imperialismo de la lengua española y el machismo
Enviado por
F. Xavier Agulló
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domingo, 5 de abril de 2009
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6 Comentarios:
Amigo Xevi, lamento disentir de ti en este tan manido tema de las lenguas 'en riesgo de extinción'. Las lenguas, como las especies animales, se extinguen desde que el mundo es mundo, y no me parece una tragedia que los dinosaurios ya no estén con nosotros, ni tampoco que el etrusco sea un lenguaje poco usado. De hecho, para que el catalán, el castellano o el gallego existieran, tuvo que desaparecer del mapa el latín, lengua, por cierto, mucho más exacta, precisa y rica que sus hijas, verdaderas degeneraciones evolutivas a base de vulgarizar y reducir la riqueza de la flexión verbal, la declinación de substantivos y adjetivos y el régimen de los verbos. Incluso en estos casos, en los que la evolución no se produce para mejorar el valor comunicacional de un instrumento (sí, un mero instrumento y no una cuestión etnicista)como es la lengua, cada vez más precaria, menos regular, más excepcionalizada, más pobre en suma, creo que no vale la pena caer en añoranzas estériles, preñadas de simbolismos nacionales sin sentido y lo que toca es aceptar los procesos de nacimiento, auge y decadencia de las lenguas, bien merecida ésta última cuando la lengua, en lugar de instrumento de comunicación, se usa como barrera, como signo de distinción de los propietarios del terruño frente a los 'bárbaros' que se empeñan en hablar otras variantes dialectales, con iguales o peores intenciones.
En fin, que bien está que el latín haya pasado a ser una lengua muerta..., y igual de bien estará que suceda algo parecido con sus diminuidas criaturas, el resto de las lenguas romances.
No creo que dejar perder lenguas como el quichua o el aymara (que por cierto, le da mil vueltas en cuanto a perfección al latín o cualquier otra lengua del mundo), o las romances que comentas, tenga que ser asumido como algo inevitable. También hay quien asume como inevitable la extinción de especies, el cambio climático o la desaparición de la vida en la Tierra.
Si durante los pasados siglos, las generaciones hubieran sido más responsables y conscientes de su valor patrimonial y social, ahora tendríamos un Partenón con techo, un Coliseo con suelo o unos budas gigantes de pie en Agfanistan para seguir admirándolos. No veo diferencia alguna entre dichos patrimonios, que a la postre la Humanidad se ha arrepentido lógicamente de haber usado como canteras, y el cultural o lingüístico.
Sociedades avanzadas como las actuales, se supone que 'menos salvajes', deberían ser socialmente más sensibles a todo ello.
Otro tema distinto, y en eso estamos totalmente de acuerdo, son los usos políticos irresponsables que se puedan hacer de los símbolos por todas las partes, pero creo que debemos ser más inteligentes que la clase política como para no mezclar las cosas y verlo de forma objetiva como he expuesto. La igualdad de oportunidades debe alcanzar también a los patrimonios.
Al fin y al cabo, cada quien tiene sus patrimonios o identidades que deben ser respetadas, sin ir más lejos Vicens, siempre me pareció original la manera de escribir tu nombre (que ya no sé si usas, pero vaya, ya me entiendes). Recuerdo como te molestaba que por no corresponder a la norma te lo cambiasen por Vicenç, y siempre lo respeté. Qué menos, yo odio que me cambien el nombre por Javier.
En fin, cada cual tiene sus patrimonios, sin duda desde una perspectiva de la vida en la Tierra es insignificante, pero cuando algo podemos hacer para que no desaparezca, hay que hacerlo, como con cada especie animal amenazada, con cada monumento, libro o lengua... o la capa de ozono o la vida en la Tierra.
Somos menos salvajes que nuestras generaciones pasadas, entonces deberíamos ser más responsables con los patrimonios. Si podemos actuar para cambiar el mundo, debemos hacerlo, estarnos sin hacer nada es lo que nos convertiría en menos personas, menos responsables.
La última vez que estuve en Colombia, me contaban sobre un profesor unviversitario que afirmó en una conferencia que el impacto sobre la generación globa de CO2 del país andino era inferior al 0,1%, y por lo tanto, no valía la pena hacer nada.
En cualquier caso, seguramente en los 'cómos' es donde se equivoca la Humanidad, pero mejor pecar de exceso que de defecto. Es probable que el cambio climático se produciese igualmente, pero está claro desde Bali que la Humanidad como mínimo lo acelera. Habrá quien piense que las medidas anti cambio climático son 'excesivas'... yo creo que son pocas, y que todavía no hay conciencia responsable.
Un abrazo.
No entraré hoy en el asunto del 'cambio climático'. Creo que es un gran 'violín d'ingrès' para mucha gente que vende humo ...
Pero, volviendo al tema capital de las especies en extinción, las lenguas que caen en desuso, los etnicismos de toda especie, el 'espíritu de campanario', el aldeanismo reduccionista, el orgullo de la 'raza superior' y la lengua como religión a imponer, el ombliguismo separador, etc.
Estoy de acuerdo en que si "las generaciones hubieran sido más responsables y conscientes de su valor patrimonial y social, ahora tendríamos un Partenón con techo, un Coliseo con suelo o unos budas gigantes de pie en Agfanistan...", ahora formaríamos parte del Imperio Romano, hablaríamos en latín y griego y poner una embajada catalana en el Algerho, después de la barbarie y el incivismo con que antaño fue colonizada, 'a sangre y fuego', nos parecería lo que es: un sarcasmo cruel. Alguien debe decir, sin avergonzarse de ello, que en Salses se habla francés, en Guardamar castellano, en Tamarite de Litera aragonés..., y en todos esos lugares existe un rescoldo de pasadas pertenencias a otros imperios, igualmente coloniales, en los que un idioma se impuso "por la fuerza", como en el puerto corso.
Con respecto a mi nombre, que en los papeles es VICENTE, suelo traducirlo cuando hablo o escribo en catalán, por VICENS. Lo uso con una grafía muy generalizada en tierras levantinas, como homenaje a un maestro de ese origen que tuvo mi madre en su infancia y que provocó mi advocación bautismal bajo esa apelación. Por otra parte, objeto la 'norma' tan reciente y oficial como poco científica que trata de imponer el VICENÇ, como única versión. Los apellidos suelen refrendar, mejor que los nombres, más contingentes y situacionales, el abolengo de un apelativo. Catalunya está llena de apellidos VICENS, algunos muy ilustres, por cierto; pocos, por no decir ninguno, apellidos con VICENÇ. ¿Quién dicta estas 'normas' y con qué criterio? ¿Es, por ventura, obra de la policía lingüística del Omnium Cultural?
Mis muchos amigos catalanes, e incluso algunos de otros lugares, me llaman VICENS y me gusta mucho, igual que algún viejo compañero de banco escolar, en Galicia mi tierra, me llama aún TITIÑO, un cariñoso diminutivo de mi nombre (VICENTE-VICENTITO-TITO-TITIÑO).
Algún amigo parisino me llama, VINCENT y, en mi larga estancia en México, muchos allegados me siguen conociendo por CHENTE. Mi venerado profesor de Historia de la Lengua en la UB, Ernesto Carratalá, me enseñó una lección inolvidable, todas las lenguas son apenas 'un instante' en la evolución de la comunicación entre las gentes; la lengua es, por naturaleza, dinámica; nadie puede pretender fijarla en un mármol, menos aún convertirla en arma de incomunicabilidad, de confusión, de jerarquía, de separación, ...
Y todo ello, por que se trata de un instrumento, nunca un fin en sí mismo.
Cordialmente tuyo,
VICENS, VICENTE, CHENTE, TITIÑO, VINCENT, "et ita porro" (del lat.: que quiere decir, "así sucesivamente...")
Es de valorar la coherencia que aplicas con lo del nombre. Pero no es una máxima universal: no veo que a nadie se le ocurra cambiar el nombre de George Bush, por ejemplo.
A diferencia de lo que te parece, las lenguas son algo más que simples instrumentos, generan códigos de pensamiento que definen una cultura. Cuando "se toca madera" en castellano, se toca hierro en catalán, o se "adiestra" (guiar a la derecha, diestra) en castellano y se "ensinistra" (guiar a la izquierda, sinistra) en catalán. Nada es mejor ni peor, pero los códigos que hay detrás de las lenguas generan sociedades diversas, que se pierden ante la uniformidad que se quiere imponer. Si en el ámbito hispano o portugués hablante perdemos esa riqueza, perdemos formas distintas de entender y vivir la vida.
Es como el lenguaje no sexista: la programación neurolingüística (PNL) nos dice que las 'simples' palabras generan pensamientos, éstos actitudes, y éstas comportamientos. Es pues como las 'simples' palabras a las que aduces sí son importantes, para mantener un mundo global diverso, no uniforme, en evolución constate (porqué no es verdad universal, como parece entreverse de tus palabras, que la evolución sea la uniformización o la inevitabilidad de la extinción).
Reduces por otro lado el discurso al catalán, al que en ningún momento hago referencia en el posteo. Por otro lado, te limitas a verter como único argumento el habitual argumento político.
Cuando he introducido metáforas y comparaciones no es para echar balones fuera, sino para despolitizar el debate y para aportar riqueza en la visión uniformizadora que nos quieren imponer determinados intereses.
Dices no querer entrar en cambio climático, en la extinción de las especies, seguramente tampoco en en lenguaje no sexista, la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, ni en el patrimonio artítico y cultural. Sería bueno que lo hicieras, seguro que te aportaría nuevas visiones apolíticas sobre la cuestión.
Para objetivar tenemos que mirarnos las cosas a vista de pájaro, como si de los glifos de Nazca se tratara, que no pueden se ver ni interpretar desde el suelo y ni mucho menos pisándolos. Introducir argumentos políticos en este debate es como no levantar los pies del suelo y pisar los glifos. Buscar otros elementos de comparación nos elevada en el desierto para ver con objetividad que no hay un sólo glifo, sino muchos, y forman un sistema coherente y diverso.
Elevarse permite no centrarse, como parece que hagas, en el levante de la península ibérica al que no he hecho referencia en ningún caso, pisas un solo glifo, y no piensas en más global, elevándote con comparaciones con otros aspectos como todos los que apunto.
Ello aporta otro tipo de coherencia a la que apuntabas anteriorente: una coherencia global y elevada.
Un abrazo.
Magnífica aportación, Xavi. Muchas gracias por compartirla con muchas otras personas que seguimos el Blog Responsable. Y mucho ánimo.
Gracias Olga! En cualquier caso eres algo más que una seguidora de BR, con tu colaboración en la adaptación de la guía para un lenguaje no sexista al galego ingresaste con pleno derecho en nuestro proyecto de transformación social ;p. ¡Por cierto! Tenemos grupo en Facebook de la campaña, http://www.facebook.com/group.php?gid=73922486190. Un abrazo.
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