Por Juanjo Martí. La proliferación de programas televisivos que promueven la fama y ganar mucho dinero por demostrar sus cualidades empieza a ser un peligroso virus, demasiado circo y poca filosofía no tienen porque implicar una sociedad subdesarrollada en lo económico pero si muy alejada de algunos valores que promuevan la equidad.
Asistimos en mi lugar de nacimiento, Mallorca, a un debate sobre corrupción política en la cual los anteriores cargos de gobierno son envueltos uno tras otro en escándalos de corrupción, llegando a oir en varios casos que "lo normal para ellos era comer langosta a cuenta del contribuyente". Paralelamente hay una manifestación diaria del personal de los servicios de atención a domicilio por sus bajos sueldos, lo cual es la punta del iceberg del bajo reconocimiento económico y social del personal de servicios sociales.
Mientras cada vez más privatizan las administraciones públicas el área de servicios sociales en las cuales compiten empresas por presentar las mejores ofertas, y bajos costes; no fallan cada año programas en televisión donde los más increibles personajes buscan alcanzar la fama y dejar de trabajar de por vida por exhibir en televisión sus capacidades. Obviamente resulta increible pensar que una madre o un padre encorajen a su descendencia a estudiar o trabajar, sino como he podido comprobar hoy, acompañarán a sus hijos e hijas a cástings televisivos confiando en que les jubile a toda la familia. ¿Patético? quien sabe, yo por el momento trabajo pero por si acaso ensayo chistes ante el espejo.
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