Por Leticia Rebeca Gasca. Hace tiempo, reflexionamos acerca de aquellos indicadores que no han sido considerados dentro de los índices para medir la pobreza.
Y entre los indicadores faltantes, la pena y la humillación que experimentan las personas que viven en pobreza, son parte fundamental para comprender y erradicar a la misma.
Adam Smith, lo denominó “the ability to go about without shame”, ya que estos sentimientos pueden constituir en sí una barrera que perpetúa las condiciones de marginación.
En “Las voces de los pobres”, un estudio del Banco Mundial, son los hombres y mujeres que viven en esta condición quienes hablan del tema. Así, personas de 60 países narran sus vivencias, experiencias, sueños, anhelos y realidades.
Entre ellas destacan las sensaciones que experimentan al recibir apoyos especiales ó al ser identificadas con un segmento de la sociedad que se relaciona con atributos negativos. En muchos contextos, la pobreza se relaciona con la flojera, incompetencia y crimen.
Además, la pena y la humillación inciden en el bienestar psicológico. La pena, por ejemplo, se relaciona con la baja autoestima y la carencia de relaciones interpersonales fuertes. La humillación, por otro lado, se asocia con bajo rendimiento escolar y discriminación.
Pero, ¿en qué consiste esta relación de la pena y la humillación con la dificultad para salir de la pobreza?
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Como siempre Leticia, ofreciendo tus puntos de vista con creatividad y una buena dosis de reflexión. Me hiciste pensar sobre el desarrollo humano en Latinoamerica, el populismo, el humanismo, la percepción social y grupal. Interesante artículo, mil gracias
ResponderEliminarGracias por tu comentario Anaiz... coincido contigo, a veces olvidamos la "otra perspectiva" del desarrollo. Saludos!
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