Por Juanjo Martí. Considero este foro un buen lugar para la reflexión y promoción del diálogo en cuanto a la nueva directiva referente a la inmigración. Sin duda ha supuesto una seria advertencia de la comunidad europea hacia las personas que parecen no merecer la ciudadanía por razón de origen de procedencia.
La realidad es que en el sistema que vivimos, económicamente hablando, se está dando un reajuste importante que afecta a la fuerza motora del cambio; las personas que han trabajado para que esas cifras económicas sean las que han sido hasta el momento.
La primera cuestión es enfocarlo desde una irresponsabilidad social, esta situación era de prever, tanto para las personas que ocupan cargos políticos, hasta para todo el empresariado que se beneficiaron de mano de obra a la cual pagaron menos.
Europa se ha beneficiado de la inmigración, como se beneficiaron muchos países de la emigración de sus habitantes en otros tiempos; y así se han beneficiado ahora los países de los cuales proceden las personas inmigrantes, siendo ahora sus gobiernos agentes importantes y básicos en el diálogo que implica esta situación.
Este post pretende abrir diálogo, mediante una reflexión; si ahora se está acabando la fuente de trabajo para miles de personas independientemente de su situación legal, ¿qué alternativas deberían promoverse desde la sociedad mundial?
Es muy fácil, y desgraciamente humano, hacer propias sólo las ganancias y evitar las pérdidas.
ResponderEliminarDurante años el empresariado de los sectores que más mano de obra extranjera han incorporado, en especial el de la construcción, se ha hecho con la gallina de los huevos de oro, y la clase política embolsillado una buena tajada vía comisiones y ventajas asociadas a recalificaciones y todo tipo de obras nuevas.
No pueden ahora estas personas culpables cargar la culpa sobre la inmigración, que es víctima y no causa. Las empresas de la construcción, y su accionariado en especial, debería correr con los gastos de manutención de quienes se queden ahora en desamparo: un impuesto solidario a las empresas del sector de la construcción sería lo que procedería, destinado a mejorar o sostener los mínimos vitales.
Como reza su nombre no oficial, es de una vergüenza extrema que ahora se cargue sobre la inmigración la culpa.
Los últimos 15 años España, por ejemplo, ha crecido única y exclusivamente gracias al sector de la construcción. Al cortoplacismo y la incompetencia de la clase política ya le iba bien que el sector de la construcción hiciera 'su trabajo'. Ahora las empresas constructoras deben devolver a la sociedad lo que le han robado durante años.
Evidentemente todos queremos ganar y no perder.
ResponderEliminarDices que las empresas constructoras deben devolver a la sociedad lo que le han robado durante años y planteas que las empresas de la construcción corran con los gastos de manutención de los que se quedan ahora en desamparo. ¿Un impuesto ahora, a posteriori? Utópico y bonito, pero no es serio.
Y si el impuesto se lo hubieran impuesto (valga la redundancia) antes empezaríamos con un debate sobre si así se genera riqueza y empleo. Personalmente no creo que a una determinada industria, en este caso, la de la construcción haya que ponerle un impuesto para cuando las cosas vayan mal.
En una primera instancia, aunque utópica, la Organización de Naciones Unidas debría ser la mesa de debate y acción para la planificación de soluciones a la situación actual.
ResponderEliminarEn el mismo sentido que no interesa el tener una población flotante no legalmente reconocida su ciudadanía, supone una respuesta cortoplacista su "devolución."
La interrelación empresa administración pública es desde ayuntamientos a gobiernos autónomicos y estatales un hecho no reconocido, en el caso de la construcción como en otros; y estas mismas empresas europeas y nuestros gobiernos tienen intereses en terceros países, de los cuales proviene la inmigración.
Tratándose de una cuestión de intereses, tenemos un marco de referencia para la búsqueda de acuerdos. Sin ir más lejos las empresas constructoras y energéticas españolas, así como los principales bancos tienen fuertes inversiones en latinoamérica. Si hay que "construir" una política de retorno, debemos organizarla como planes de ocupación apoyados desde estados y con compromisos empresariales, no olvidemos que todo ciudadano es consumidor, con lo cual para nada interesa que nadie perdamos poder adquisitivo.
Hay más problemas de fondo, pero el primero y principal, acordar un plan de ocupabilidad e inserción sociolaboral, pues regresar es un proceso psicosocial tanto para el migrante como para su familia.
Desde una óptica clásica y convencional tienes toda la razón José Luís. Pero es que desde hace un par de décadas no nos encontramos en un momento convencional.
ResponderEliminarHistóricamente la economía siempre ha sido el arma de la política. Con la globalización los gobiernos han perdido el control de la economía, y se ha girado la tortilla: ara la política está al servicio de la economía.
Ni una situación ni la otra son ideales, el equilibrio sí lo es, como siempre.
En 1990 trabajé como cajero (el puesto más básico) en una entidad financiera. Mi sueldo era de 900 €. En la actualidad, 18 años después, por el mismo puesto se cobra como mucho lo mismo, aunque lo normal es que se menos. La economía en cambio (el PIB), como mínimo la española, ha crecido a un ritmo superior siempre al 4%. ¿Dónde ha ido a parar la riqueza? Porqué a la masa salarial, no.
Con la entrada de mano de obra abundante, la inmigrada, la economía, y en especial la construcción, han hecho su agosto. Loretta Napoleoni, en su último libro 'La economía canalla' describe perfectamente a estos agentes nos hacen vivir en un 'matrix': minimizando la masa salarial a los niveles que permiten al sistema subsistir (que exista consumo) y promoviendo una falacia de mundo feliz en constante crecimiento.
Ahora que las personas que inmigraron, llamadas por la 'economía canalla' y sus mafias, molestan pues se las echan.
He elegido el sector de la construcción como icono de esta matrix, de la economía canalla a nivel europeo o español. Se hubieran podido promover políticas económicas e industriales basadas en la I+D en las empresas, la formación del personal, la calidad de vida de las personas con gasto público, etc. Pero se optó por la vía más fácil: dejar que la economía canalla hiciera el trabajo de la clase política.
Ciertamente no es 'serio' desde una óptica del interior de la 'matrix' de Napoleoni plantear que sea la economía canalla quien se haga cargo de los problemas actuales. Pero sí lo es desde una óptica responsable, externa.