Por Juanjo Martí. En fechas recientes he estado en México, el motivo del viaje un congreso sobre casos exitosos de desarrollo sustentable. En los días previos estuve viendo una inusitada labor de acercamiento entre la Unión Europea y México, cuando normalmente las relaciones eran poco más que cordiales surgía un gran interés y programas de cooperación a todo nivel. Obviamente, había que buscar el motivo.
En el avión leyendo el diario Excelsior encontré la solución a mi pregunta, el presidente de México hablaba sobre la privatización de la petrolera estatal, PEMEX. Y como por arte de magia ahora nuestra querida UE estaba interesada en conocer la cultura mexicana, programando viajes de sus máximos representantes y abriendo el grifo económico hacia el país, cuando desde años atrás los problemas han estado presentes y han sido denunciados, unas veces por voces anónimas, otras por enmascarados, y tal vez demasiados por imágenes de gente tiroteada al intentar emigrar al poderoso vecino EEUU.
La hipocresía debería ser penada por la ciudadanía europea, aunque no se sabe si esta estará más interesada en poner gasolina al coche a menor precio que en ver como nuestros fondos se usan solo si a cambio se obtienen prevendas para nuestras empresas (las mismas que luego contratan a nuestros políticos).
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