domingo, 13 de abril de 2008

En la era de Internet, la privacidad debería ser un derecho humano

Por F. Xavier Agulló. En ocasiones se ha venido a decir que desde y con motivo del 11S la privacidad en la red se había terminado. De hecho, ya desde antes existe esta 'vocación': el 11S sirvió de excusa para terminar con el debate sobre la privacidad para dictar la ley española de servicios de la información y comercio electrónico (LSSICE), curiosamente de fecha 11 de julio (del siguiente año).

Con ella, los servicios ISP tienen la 'obligación' de guardar el rastreo de lo que hace toda persona usuaria de Internet durante un mínimo de dos años. La ley, en la línea de lo que sucede en otros países, levantó en su momento mucha polvareda, pero sigue vigente.

Ahora la compañía norteamericana Phorm enviará anuncios a la carta, avivando el debate sobre la privacidad en la red. Se trata de que a través de acuerdos con ISP cada persona reciba anuncios personalizados en su navegación por Internet y por las páginas que quieran usar dicho sistema a partir del rastro que el ISP tiene de cada cual (el ISP BT británico y el diario The Guardian ya se han interesado por el sistema). No es en esencia nada nuevo, simplemente que hasta ahora sólo se venía haciendo la personalización en función de lo que se navegaba y consultaba en cada sitio web individualmente. El proyecto de Phorm implica una globalización del concepto.

Personalmente, aunque muestro mi desacuerdo que por hipotética 'seguridad' todos nuestros datos sean 'públicos' podía entender cuáles eran los fines. No puedo ahora entender la justificación moral de dichos fines.

A más tecnología, menos privacidad, y esta nuestra sociedad bella durmiente lo va a recibir encantada. Creo que va siendo hora de llamar al derecho a la privacidad como lo que es: un derecho humano.

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