Por F. Xavier Agulló. Hay quien se toma los titulares de la prensa como si de verdades absolutas se tratara. Cuando leo un periódico, hoy en día pues no unos pocos años atrás, tengo el cuidado de estar manejando algo peligroso: hay que saber lo que se hace, pues puede afectar la salud mental y reducir la capacidad de autocrítica.
En mi pasado profesional trabajé con una persona miembro de la aristocracia española. Poco o mucho conocía lo que se hacía, y valoraba que alguien como él se dedicara a trabajar "de verdad". Por ello, cuando poco tiempo después de dejar yo la empresa, apareció en un periódico una serie de informaciones que apuntaban tráfico de influencias, me horroricé por cómo unos datos en principio verídicos de partida, se podían manipular de una forma tan burda: cocina periodística. Conocía cuál era la verdad, o sea que al leer lo publicado despertó en mi una sensación de horror de luego he visto repetida en otras ocasiones, como cuando leí sobre el caso Intervida por primera vez (Intervida: ¿matar la ONG o inhabilitar al periodista?).
Hay que tratar el papel que tenemos entre manos o la pantalla de ordenador como material altamente sensible, que no debe dejarse al alcance de la infancia, y que es necesario interpretar y, especialmente, leer la letra 'más pequeña' que aparece 'justo debajo del titular', porque todavía ahí es posible leer información objetiva y tratarla cada cual a su manera y libre interpretación. Eso, y también constrastar con otras fuentes, políticamente opuestas, dicha información. Veremos a menudo como el contenido de la información es similar, aunque el titular diste unos cuantos pueblos de un lado a otro.
Los medios de comunicación no son conscientes de lo importantes que son en la construcción de un territorio socialmente responsable, como punto de unión entre los agentes sociales y la ciudadanía. O mejor dicho, sí son perfectamente conscientes. El poder mediático, como la magia, puede ser usado en el lado 'bueno' o el 'malo', y son muchas las tentaciones que existen para tender a este último. La Responsabilidad Social de los medios de comunicación debe aplicarse al contenido y línea editoriales, deben ser una pieza más del entramado del territorio responsable, y no jugar a ser una deidad.
Por el momento, mientras dichos medios de comunicación van aprendiendo a ser responsables, es bueno que quienes los leemos aprendamos a interpretar, como interpretamos la Biblia y sus bellos pasajes para no caer víctimas de vacíos alienantes.
La prensa, como la Biblia, hay que interpretarla
Enviado por
F. Xavier Agulló
.
viernes, 7 de diciembre de 2007
Entradas anteriores
-
▼
2007
-
▼
diciembre
- "Ormetá" en el Tercer Sector
- Manifiesto por la diversidad familiar
- Ser responsable con uno/a mismo/a
- La responsabilidad social de escribir en un blog
- Lo que nos queda de la Navidad
- Agotamiento Laboral
- ¿Podemos perdonar a las empresas que han obrado ma...
- Más mujeres (V): pero... ¿cómo conseguir una igual...
- El panorama de las entidades pro RSC en España
- Parte del mundo islámico "cambia" el escudo del Barça
- La generación de conflictos en paraisos mineros. Q...
- Los 10 terribles
- ¿Por qué es tan duro pasar el Niágara en bicicleta?
- La prensa, como la Biblia, hay que interpretarla
- ¿Para qué sirven las Memorias de Sostenibilidad?
- Cláusulas sociales en la compra pública: motor de ...
- Como se esconde la responsabilidad social y la com...
- Estudios sobre Pacto Global y Reporte Social
- Olimpiadas de Beijing ¿ serán los juegos "más verd...
- Lenguaje no sexista: "¡Vaya tontería!"
- Emisiones de CO2 de las marcas de autos
- La Gran Evasión, un concurso en salir el primero d...
-
▼
diciembre
0 Comentarios:
Publicar un comentario