¡Que no me llamo 'Javier'!

. sábado, 20 de octubre de 2007

Hombre con altavoz. Fuente: Microsoft Office Online

Por F. Xavier Agulló. Un aspecto que siempre me ha molestado en demasía es que me cambien el nombre. Es cierto que en mi entorno más próximo es casi anecdótico (sólo un tío mio, inmigrante español, insiste en cambiarme el nombre y llamarme "Javier", pero ya dejé hace tiempo de decírselo). Pero todavía a menudo, en mi relación profesional o personal con España o Latinoamérica es común que me cambien Xavier por Javier, no sólo a nivel oral que en cierto modo quizás sea algo más comprensible, también por escrito. En otros casos incluso me han llegado llamar 'Francisco' (mi nombre completo es Francesc Xavier, del personaje navarro santificado como San Francisco de Xabier, localidad navarra con un magnífico castillo).

Ello es como si a George Bush le llamaran Jorge Bush, ¿alguien lo ha visto alguna vez? (aunque en este caso ciertamente se nos ocurra a la mayoría otros 'apelativos' que darle...).

En cualquier caso ello viene a colación por la reciente 'polémica' (absurda si quieren, pero cosas de esta querida España en definitiva) desatada por la intervención en un programa de televisión de Josep Lluís Carod-Rovira, un líder político catalán, en el que algunas personas del público asistente instieron en llamarle 'José Luís', sin duda con ánimo provocativo.

Es cierto que en la mayoría de casos este hecho no tiene, en sí, una mala intención, más bien es simplemente una cuestión de comodidad o dejadez. Pero llamar a cada cual por su nombre es un ejercicio de responsabilidad cultural y respeto mutuo. Pero en otros casos tiene una connotación de claro ánimo destructivo.

Ello podría parecer un tema menor, pero no lo es en un marco de constante menosprecio hacia una lengua minorizada. No se vale que alguien diga que en los Països Catalans a veces se le cambie también el nombre, en este caso 'catalanizándolo'. Ello me consta que pasa alguna vez, pero a un nivel terriblemente inferior, y ello lógicamente es igualmente punible, como no.

Es precisamente la gente que más nos molesta que nos cambien el nombre quienes respetamos los nombres de las otras personas: nunca me oirán cambiarle el nombre a nadie, incluso en mi relación diaria con amistades y gentes conocidas en mi país, si sé que su nombre es en castellano o les gusta que les llamen en esta lengua. Y lo mismo para Josep Lluís Carod-Rovira, que estoy seguro que no cambia el nombre a nadie.

Estos pequeños elementos, que supuran respeto, son los que a la postre facilitan una convivencia mayor entre las gentes, los pueblos, las naciones y los estados. No es un tema menor, y es que simplemente no me llamo Javier.

2 Comentarios:

Unknown dijo...

Xavier,

Este tema generó solo en www.lavanguardia.es más de 1500 comentarios sobre lo que eso significa. Desde mi experiencia personal, cuando llegué aquí a Catalunya me sorprendió oír en los medios como el rey Juan Carlos era Joan Carles, o las cartas que me envía el ayuntamiento de BCN siempre siempre "catalanizan" mi nombre, a mi, la verdad, que ni me parece bueno ni malo, sencillamente curioso. Curioso pues no he podido encontrar un denominador común en lo que se refiere a la traducción de los nombres, pues el mismo medio habla de Joan Carles o de Felip, pero tambien Juan Carlos y Felipe.

saludos

omchamat

PD. Utilizo los ejemplos monárquicos únicamente por ser fácilmente identificables por todos los que leen este espacio.

F. Xavier Agulló dijo...

Efectivamente, generó eso en ese medio, lo cuál es más triste si se ojea su contenido de tinte político. El caso que pones de los nombres de la familia monárquica es distinto, pues se deben al hecho de que hay muchas lenguas oficiales y su nombre puede ser traducido a cualquier de ellas por ley. En cualquier caso sí que siempre he encontrado curioso que le cambiaran el nombre al príncipe Charles de Inglaterra o a su madre la reina Elizabeth.

La mayoría de comentarios en LV hacía referencia a que les cambian los nombres las administraciones públicas, según sus respectivas lenguas.

Pero lo que comento no se refiere a nada político, sino al respecto que todo el mundo se debe al respeto a la voluntad de las otras gentes. No tenían que cambiar el nombre a Carod-Rovira, como tampoco a mi ni tampoco a todos mis amistades que deben castellanizarse el nombre en la tarjeta de visita profesional porque sino puede traerles 'problemas' en el resto de España. La sociedad civil debe estar por encima de los tintes políticos, y respetar lo que es el prójimo y su identidad.

¿O es que acaso no respeto yo siempre el nombre de todo el mundo? El nombre es nuestra marca personal, lo más único que tenemos, como en tu caso es Oscar sin acento, ni abierto ni cerrado.

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