Con la Iglesia hemos topado

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Por Rosa Alonso. Hablar de transparencia es apasionante. Hablar de la transparencia en las organizaciones (no gubernamentales?) y organizaciones no lucrativas, más apasionante todavía. Hablar de la transparencia en las empresas es esperanzador. Y hacerlo sobre las administraciones despierta mi convicción.
Pero paralelamente, hay instituciones a quienes (parece ser) no se les exige transparencia. Sobretodo, económica. Hablo de la Iglesia.

Of course, hay muchas cosas que me inquietan de la institución pero he decidido centrar el tema al asunto monetario. Resulta que en pleno S.XXI, se sigue optando por un modelo fiscal donde se diferencian dos grandes grupos donde todo hijo de vecino puede derivar la asignación tributaria “religiosamente”. Opción 1: Fines sociales. Opción 2: Iglesia católica. ¿Modernizamos el modelo?

Y ahí surgen problemas. Resulta que los fondos recaudados por el estado en la opción 1 se deben repartir entre infinidad de organizaciones con proyectos altamente interesantes. Y los fondos de la opción 2? Donde están? No he sabido verlo en la web de la Santa Sede… Alguien me ayuda?

Siempre andamos exigiendo transparencia para las entidades y las empresas. Pero a mí me genera duda no ver ninguna memoria económica o financiera en su principal escaparate. Eso sí, podemos ver todo el poderío mundial distribuido en múltiples cargos. Insisto! Puedo no haber sabido encontrar ese dato.

Pero si estoy en lo cierto, y esos datos no figuran públicamente, mucho me parece a mí que la transparencia no se cumple en esta institución.

Pedimos transparencia? Pues seamos transparentes! Santa Sede incluida.