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Por Rosa Alonso. Recuerdo cuando en el colegio, después de vacaciones, nos encargaban una redacción sobre las vacaciones. Hoy me tomo este post como aquellos deberes…
Durante estos días de descanso he podido observar algo que me preocupa notablemente.
Algunas organizaciones empresariales y organismos nacionales e internacionales han decidido ponerse manos a la obra y diseñar planes para compensar el CO2 o activar políticas medioambientales.
A todas ellas, sinceras felicitaciones por hacer lo posible.
¿Pero hacer lo posible es hacer lo necesario?
Veo que los esfuerzos están focalizados en esos temas y habitualmente se olvidan los efectos colaterales: las catástrofes naturales, catástrofes humanitarias, los efectos de los desplazados, los que se quedan sin techo, las epidemias, los choques culturales…
Bajo mi punto de vista, las organizaciones empresariales que ahora quieren recuperar el tiempo perdido, deberían diversificar más sus operaciones de acción social y distribuir su aportación ética entre grandes y pequeñas ONG. Éstas llevan trabajando muchos años y durante todo el año para paliar los efectos de ese cambio climático que tan desconcertados nos tiene a todas las personas.
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