1EMPRESA 1PUBLICO 2GOBERNANZA 2LEYES 2BESTPRACTICES
Por F. Xavier Agulló. Bueno, lógicamente el título de este posteo es guasa, no creo que nadie dude que la construcción es el sector productivo más corrupto a ambos lados del Atlántico (digo productivo pues cualquier sector de las altas finanzas seguramente lo supera en dos o tres pueblos). Empresas, grandes y pequeñas, alcaldes de grandes y, especialmente, pequeñas ciudades y aldeas, todo el mundo juega al magnífico juego de los camiones de cuando éramos criaturas pero con otro tipo de carga, que a todo suena menos a aire limpio. Eldorado y Las Vegas están en cada ladrillo que vemos colocar.
Tomen nota de un nombre, Ramón A. García Salmerón, y de una empresa, Urbagasa. Adoro a este hombre, adoro a este presidente.
Corría una tranquila mañana de un caluroso mes de Noviembre en Barcelona cuando me predispuse a asistir a una jornada sobre Responsabilidad Social en el sector de la construcción, organizado por Forética, una entidad no lucrativa española que promueve la RSC. Uno de los eventos por cierto más interesantes a los que he asistido en este ámbito este año.
Al arribar coincido con un señor de aspecto típicamente madrileño, con su gabardina y traje en beige, camisa a rayas y cabello engominado, y seguramente, aunque no los vi, gemelos dorados en los puños de las mangas de su camisa. Llegaba con dos maletines, pedía que le imprimieran un documento word de un pendrive de tamaño XXL, solicitaba si le podían custodiar las maletas, incluído el laptop, y buscaba los lavatorios. Al final se queda con las maletas, pero ignoro qué hizo con su gabardina. Un hombre con señorío, de actitud altiva, seguro de sí mismo, de un aire a caballo entre la pedancia y la candidez, por más difícil que pueda parecer. Algo me atraía de ese hombre. No era su vestir clásico, ni su voz segura. Era algo que... como lo diría... Dios, no sé, ¿cómo lo llamaría?
Hago en check-in y pierdo de vista a ese señor. Entro en la sala, y atisbo todos los rincones de la sala para reconocer a caras amigas, pocos eventos son interesantes más que para reencontrar a contactos y buenas personas. Pero mi vista se clava en un señor, ese señor, acomodado y con los brazos extendidos. Ese señor no viene a tomar apuntes. Lo sabe todo. Dios pero, ¿cómo lo llamaría a eso?
Luego el acto principal de la jornada, una mesa en la que cuatro empresas se disponen a contarnos sus buenas prácticas en RSC: Contratas y Obras su sistema de gestión ético (están certificados en la norma SGE 21 de RSC), Ferrovial su sistema de evaluación del riesgo y FCC su proceso de diálogo con grupos de interés en su sistema de gestión ético para proporcionar información en la toma de decisiones. En el ambiente surfeaba la euforia por las atractivas intervenciones de las empresas, sin duda interesantes, excelentes.
Toma la palabra el último contertulio, Ramón A. García Salmerón, presidente de Urbagasa, empresa también certificada en la Norma SGE 21, ese señor cuya atracción no sé todavía como llamarla. Seguro de si mismo dice algo así como: "Seré breve, yo no traigo ningún Power point, pero les vengo a hablar de corrupción."
Bueno, yo sabía que de Power point no, pero le acababan de imprimir un Word, algo se traía entre manos preparado, eso sí. Parecía improvisación, pero lo que quería decir tenía que ser contado con palabras precisas, claras, exactas, las justas, ni más ni menos. "Sé que es difícil, pero cuando un alcalde me empieza a salir con eso de compensaciones, le indico que si sigue por esa vía lo voy a denunciar, y le hago ver que no es la forma ética de comportarse"
Al final se alargó en su charla, claro, ¡cómo parar de contar anécdotas! Creo que estando ya a punto de terminar, mucha asistencia no había todavía asumido que ese señor estaba diciendo entre líneas, pero en voz alta, que sin erradicar la corrupción no se puede hablar de responsabilidad social. Toma ya... Bombazo. Alguien entre la asistencia se incomoda en la silla. Otra gente sonríe... ¿complicidad?
Es como cuando hablo con gente de Latinoamérica sobre RSC, y somos todos conscientes de que algunos derechos laborales básicos de la OIT no se cumplen, pero da igual, hacemos una salida hacia adelante, como si ese elemento subyacente no existiera, y seguimos hablando de RSC, de donde termina la Ley y empieza la voluntariedad... Como si no quisiéramos reconocer que por ejemplo la corrupción es ilegal, es decir, voluntariamente legal.
Nadie dirigió pregunta alguna a ese señor con aire pedante pero cándido, de eso que atrae por... por... bueno, atrae. Creo que nadie quiere asumir que es cierto, que en la construcción hay corrupción, y que nada se puede hacer ante ello. La organización del evento, en la nota de prensa posterior, no se atrevió a poner en negro sobre blanco lo que realmente dijo ese señor. Porque nadie sabe cómo decirlo ni qué hacer excepto ese señor, que todo lo sabe, pues todo lo puede.
En la clausura de la charla me apresuro a estrechar su mano. Al contacto firme de su encajada me viene a la mente, como un flash, el porqué de la atracción. Adoro a este hombre, adoro a este presidente. Y sí, ahora ya lo sé, lo llamaría integridad.
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¡¡¡Corrupción en la construcción!!!
Enviado por
F. Xavier Agulló
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jueves, 23 de noviembre de 2006
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4 Comentarios:
Ostras!! Y yo me lo perdí... Gracias por el resumen.
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